Temperatura ideal para tu casa: diurna, nocturna y por si hay bebés
Qué temperatura poner de día (21ºC), de noche (18ºC) o si hay bebés en casa (los pediatras recomiendan 22-24ºC por el día y 18-20ºC por la noche).
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Hace 400 años el hombre empezó a desear un artilugio que se ocupase de controlar la temperatura. Se trataba de tener una vida más facil, dejando que la tecnología se ocupase de esta tarea esencial. El resultado fue el termostato, presente en calderas, aire acondicionado, neveras, coches...
¿Qué temperaturas podemos aguantar? Aunque existen muchos factores a tener en cuenta (durante cuánto tiempo, con qué vestidos, la humedad, el viento), podría generalizarse y decir que la muerte está asegurada por encima de los 60ºC y por debajo de los -70ºC.
Estas temperaturas son extremas pero no son ciencia-ficción: en entornos no precisamente agradables, como la mina de oro de Mponeng (Sudáfrica) se alcanzan los +65ºC, y en ciudades de Siberia (como Oymyakon) el termómetro se invierte para marcar mínimas de -67ºC. En ambos casos las personas sobreviven gracias a sistemas de refrigeración/calefacción.
El ser humano siempre ha ideado soluciones para afrontar las temperaturas. En el interior de un iglú ártico, por ejemplo, hay unos 20 grados más que en el exterior. Aun así rara vez se superan los 7ºC... y eso encendiendo una hoguera (el frío exterior impide que el hielo se derrita).
Pero si hablamos de ciencia y temperatura, el invento esencial es el termostato.
Fue alrededor de 1620, cuando el inventor holandés Cornelius Drebbel (creador del primer submarino de la historia) ideó un horno para incubar huevos cuya temperatura estaba controlada por un termómetro de mercurio y un tiro que dejaba pasar más o menos aire caliente. Se considera el origen del termostato.
En 1830 el escocés Andrew Ure inventó lo que hoy conocemos como termostato con la intención de mantener calientes las calderas de vapor.
Unas décadas más tarde, en 1880, un profesor de Wisconsin llamado Warren Johnson estaba realmente preocupado por regular la temperatura de las aulas donde daba clase. Su preocupación le llevó a crear el termostato ambiental eléctrico, un dispositivo para controlar la temperatura ambiente de los edificios.
Poco después, en 1883, Albert Butz patentó el primer regulador de temperatura para hornos y un pionero sistema llamado damper flapper, que regulaba de forma automática el tiro de las calderas de carbón para subir o bajar la temperatura. Su invento fue el origen de los actuales sistemas de control de temperatura automáticos.
En 1906, un joven ingeniero llamado Mark Honeywell compró la patente de Butz y desarrollo el primer termostato programable, que incorporaba un reloj que permitía preajustar la temperatura para la mañana siguiente. Más tarde, en 1934, llegarían los termostatos con reloj eléctrico y, en la década de los 50, los termostatos con ruleta, que han aguantado hasta nuestros días.
La década de los 80 vería surgir los primeros termostatos con displays digitales, circuitos electrónicos y multitud de funcionalidades como programación por horas o días de la semana. Los termostatos seguirían evolucionando durante los 90 y los 2000, aumentando sus funciones, hasta llegar a la nueva generación de termostatos inteligentes con conexión a Internet.
El termostato es el vigilante que se asegura de calentar y/o enfriar en función de la temperatura. Está en los sistemas de calefacción y aire acondicionado, pero también en los frigoríficos y en los sistemas de refrigeración de los coches. Se encarga de medir la temperatura y actuar en consecuencia. Su objetivo siempre será el mismo que el del ser humano: mantener el calor (y el frío) dentro de unos márgenes.
En el ejemplo más habitual y que probablemente más te afecta: cuando la temperatura de tu casa se sitúa por debajo del límite que tú has configurado (por ejemplo: 18ºC), el termostato ordena trabajar a la caldera.
Con al aire acondicionado funciona igual: si la temperatura supera el margen que tú has elegido (por ejemplo: 25ºC), el termostato ordena enfriar. En ambos casos, cuando el termostato registra una temperatura dentro del rango deseado, ordena parar/aminorar el trabajo de calefacción/refrigeración.
Existen dos tipos de termostatos:
El termostato de tu casa se ocupa de que la calefacción siempre reaccione a tus necesidades, pero no puede protegerte de dos tipos de sustos: un fallo en la caldera que te deje frío o una factura del gas mucho más alta de lo que te esperabas.
Para lo primero, necesitas un servicio de mantenimiento que te atienda 24 horas al día, 365 días al año, y que se presente en tu casa a la menor incidencia. Y ya de paso, que incluya la revisión obligatoria de la caldera.
Para lo segundo, lo que te hace falta es una tarifa con un precio estable y entre los más bajos de toda España.
El calor de tu casa lo controla el termostato, pero quien lo garantiza es un servicio de mantenimiento 24 horas
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